Luke 8:40-45
40Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo. 41En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, 42porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban. 43Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, ▼▼ hemorragias . Var. hemorragias y que había gastado en médicos todo lo que tenía.
sin que nadie pudiera sanarla. 44Ella se le acercó por detrás y tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia. 45―¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús. Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo: ―Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.
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